¡Qué emoción!… En la cajonera… en la cubeta… en la mochila… Nos encontramos notitas con pistas… que más bien nos despistan. ¿Quién será mi amigo invisible?
Érase un lugar… invadido por el espíritu de la Navidad, al más puro estilo de los niños, dónde los más pequeños jugaban a ser invisibles. Y entre juego y juego observaban con detalle a sus compañeros para descubrir aquello que les hacía sonreír y disfrutar. Todos jugaban a no ser descubiertos y a descubrir al mismo tiempo. Se iban contagiando unos a otros tan rápido, que antes de que pudiéramos darnos cuenta estábamos todos envueltos bajo la misma magia.